domingo, 30 de octubre de 2011

Medrar



¿Qué esperar del hombre que, para soñar, necesita dormir?

Irradiará nostalgia. Su sudor olerá a tristeza añeja.

Los años le darán peso a sus parpados y su mirada, al despertar, se convertirá en una cotidiana decepción.

Dejará de jugar a los piratas con ramas y a los bomberos con popotes.

Se ausentará el brillo de la luna en sus ojos. No podrá dibujar estrellas con los dedos.

Almacenará una colección de mentiras y muecas olvidadas.

Le estallará, en su cara, la bolsa en donde guarda inocencia. A solas.

Buscará su reflejo en los mares pero, éste, no lo reconocerá.

Evitará involucrarse con los simulacros sentimentales, con los recuerdos.

Olvidará el color de sus ojos, la textura de su piel.

Desayunará política y no encontrará jamás el sabor a miel.

Escuchará palabras y no sentirá la música.

Correrá hacía precipicios. Bajará escaleras.

No llorará. No sonreirá.

Tendrá fobia al abrazo y rechazo al beso.

Su esencia sabrá a manzana podrida. Su mirada incomodará.

Morirá en una caja vacía.

No importará.

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